Tragedia de la creencia en la pertenencia social

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México es un país de contrastes culturales, se ha escrito mucho sobre ello no hay duda, pero siempre resulta curioso pensar acerca de la posición de México como país “americano”. Para entender el moderno sentido de pertenencia de los ciudadanos de diversos países es necesario tener en cuenta que la creación y éxito de los estados-nación fue lo que provocó ese “sentido de pertenencia”. Sin ahondar en datos y argumentos históricos (pues el tema es complejo en exceso) podemos decir que el México moderno, y toda América, es producto del modelo de estado-nación implementado cultural y económicamente por las potencias europeas.

De esta manera, y en una visión muy simplista, tenemos 4 regiones diferenciales: Norteamérica, Centroamérica, el Caribe y Sudamérica. Nominal y económicamente México pertenece a Norteamérica, pero culturalmente no hay duda de que sus lazos con Centroamérica y Sudamérica son más fuertes. Aquí está lo bello del asunto, México es un país en una encrucijada entre lo geográfico y lo cultural; y por ello es impopular en la mayoría de los países americanos.

Norteamérica tiene una tradición cultural que se inclina más al purismo europeo. Estados Unidos es un país ampliamente “multicultural” (expresado en las minorías), al menos en el papel, pero sus reglas fundamentales son dictadas por la tradición anglosajona; Canadá está en el mismo tenor, pero con un equilibrio mayor que el estadounidense, es decir, sus reglas fundamentales se basan en la tradición del “hombre blanco” ya sea en el sentido anglosajón o en el sentido francés. Los mexicanos no son bien vistos en estos países por una razón lógica, racismo (aunque se niegue de manera constante, y se den los argumentos más sofisticados para explicar que no es así), este es el mal mejor difundido de los estados-nacionales; el racismo incluso ha sido uno de los medios de subsistencia de estos modelos de gobierno.

Centroamérica tiene una tradición heredada de la conquista española muy similar a la mexicana; incluso podría decirse que culturalmente son los países más parecidos a México en América. Lo curioso es que México ha conservado un orgullo muy particular con respecto a los países centroamericanos, pues en la época colonial la región en la que ahora se encuentra México era un centro vital del dominio español, esto generó cierto menosprecio por los habitantes de las regiones en las que ahora se encuentran los países centroamericanos. Y es por esto, además, que los centroamericanos igualmente se han dado a la tarea de vernos con recelo, es una ecuación simple: el odio genera odio. La “superioridad” que México siente hacia los países centroamericanos es la razón principal por la que los países (ampliamente hermanados) de esta región vean a los mexicanos con desconfianza.

Sudamérica es un continente interesante, centro de constantes migraciones europeas, cárcel de minorías esclavizadas y hogar incuestionable de muchos grupos nativos. Es interesante porque dependiendo de diversas regiones predominó alguno de los grupos anteriores, lo cierto es que en conjunto conformaron una unidad social muy particular. Estos países desarrollaron un orgullo particular, en el cual la hermandad con México no tenía lugar, pues su cultura a pesar de tener una raíz muy similar es muy distinta. Los sudamericanos son como los hermanastros de los mexicanos, hermanastros que no se llevan muy bien; en este sentido la madre vendría siendo la cultura española, pero las distintas raíces paternas hacen que se vean entre ellos (México/Sudamérica) como diferentes. Estos hermanastros se encuentran en un duelo de egos que les impide reconocer gran parte de sus similitudes.

El problema de los mexicanos y de los países que se pueden englobar en el término de “latinoamericanos” es que han decidido aceptar los cánones de superioridad racial/económica que impuso Europa en nuestro continente. La desintegración de los grupos originarios del continente ha venido precedida de una constante lucha entre los que se consideran herederos de la “superioridad racial” europea (aunque esa sólo sea una idea, a veces sustentada con la riqueza). El mestizaje complicó esta situación en sobremanera, México y los países latinoamericanos viven en una constante lucha interior al no poder definir lo que realmente son. Un país como Argentina en el que la ascendencia europea es muy grande considera que su linaje es suficiente para considerar a sus hermanos como inferiores; en México, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, etc. también se puede encontrar un paralelismo aunque en menor medida. El problema de los latinoamericanos es precisamente el mismo… añorar a Europa como el origen y certificación de su cultura. El problema es haber heredado lo peor de su cultura.

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Y sin duda Europa es el origen de los países modernos americanos. La economía y cultura del continente derivan de la dominación europea (tómese en cuenta que no de su empatía) simplemente somos el producto bastardo de sociedades coloniales en expansión. Pero nuestro orgullo nos ha llevado más allá, nuestro orgullo nos ha hecho olvidar que no somos más que la miseria de la historia y de las migraciones humanas. Que al igual que los europeos no tenemos nada que festejar de nuestros orígenes, que la humanidad misma lleva en su interior la constante tragedia de querer crear un sentido particular de pertenencia social. Pero tenemos los medios para discernir que provenimos de un lugar asocial, en el que los tribalismos valen verga… TODOS tenemos la suerte de haber surgido en un mismo lugar (la Tierra) por los medios inexorables de la física y de la materia.

¿Qué desvela todo esto de la posición de México en el mapa americano? Odiados por la mayoría, odiamos a la mayoría. En la constante depredación tratamos de aprender a sobrellevar el dolor existencial intentando a la vez depredar (conclusiones comunes, pero que deben ser oídas de vez en cuando). Los mexicanos pretendemos hacer válido eso de que somos muy chiludos y los culeros nos la pelan, porque somos rezongones y no nos dejamos (aunque en la práctica sea lo contrario). México en su bella posición como país norteamericano es visto por los demás países como el bellaco mestizo que no pertenece a ningún lugar y que no debería pretender pertenecer a alguno. México es México. No es norteamericano, no es hermano de Centroamérica y tampoco es hermanastro de Sudamérica; así nos vemos y así nos ven (aunque en los hechos seamos esas tres cosas), esa es la tragedia de la posición mexicana… incluso de todo país existente.

En esta soledad, en la creencia de los estados-nación que hemos conformado nos hundimos en lo realmente impersonal… dejamos que los demás también se hundan en la ignorancia, porque precisamente ellos nos hunden en dicha ignorancia; nadie tiene la culpa. ¿Es tan difícil reconocer que el mundo se está yendo a la mierda porque las naciones no se reconocen en una misma? La filosofía está muriendo al son de los himnos nacionales, esto se sabe desde hace mucho tiempo, pero nadie hace nada para evitarlo. La gente dice “oh sí, soy mexicano”, u “oh sí, soy argentino, u “oh sí, soy colombiano” y todos terminan con “por cierto, somos los mejores”.

Ahí seguirá México en una encrucijada insalvable, entre el “necesario” amor propio y el “innecesario” amor por los demás. Así es este mundo, incluso así es a la escala micro, los queretanos no aprecian mucho a los guanajuatenses, por ejemplo, o los chilangos a todos los demás estados. Incluso en la escala micro se ve lo jodido del asunto de la modernidad. Y todo ese amor que supuestamente se prodiga hacia los países hermanos, es pura y vil mierda, pura hipocresía inconsciente, pues el mundo capitalista no se preocupa por hermandades reales, se preocupa porque sigan existiendo rivalidades.

¿De qué sirve toda la evolución humana si termina en un mapa mundial donde las fronteras sólo pretenden ser eliminadas mediante la muerte o el sutil sometimiento económico? Por qué mejor no vamos todos y comemos mierda de una vez en el infierno; así nos ahorramos años de autodestrucción.

¿A qué viene toda esta basura pesimista? No lo sé, pero al menos trata de guardar y generar un poco de optimismo. Si alguien llega a leer lo que he escrito pensará que soy un estúpido maniqueo (pues evidentemente el fenómeno es muy complejo), que omite datos históricos, ortográficos y de redacción; y por lo tanto esta perorata únicamente es digna de atención para ser refutada (tal vez ni de eso es digna, en fin) mediante la teoría y la práctica.

Complejos mundialistas

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Ciertamente el fútbol es el opio de las masas, aunque no todos disfrutan de la misma manera las drogas. No es fácil definir el encanto que el fútbol genera en las masas, podría parecer un sentimiento burdo y regionalista a simple vista, pero va más allá cuando despierta los eternos instintos de competencia del ser humano, lo vemos en los animales, y qué somos nosotros, animales un poco más complicados; pero en esencia, animales. La fuerza, la habilidad y la fortaleza psicológica es parte de lo que hace al fútbol interesante, para qué está el ser humano en el mundo si no es para demostrar lo que es capaz de hacer con su cuerpo, qué otra finalidad podría tener el cuerpo si no es la de mostrarse en este universo.

Las copas mundiales nacieron con el deseo de exaltar a los estados-nación y en la necesidad de que las guerras se trasladaran a las canchas. Las copas mundiales no son más que una necesidad social, es simple vanidad y capitalismo, nuestra sociedad desde hace siglos está basada en la economía y en el status social. Entonces surge la necesidad de mostrar cuál país es el mejor del mundo en cierto deporte, y de paso generar ganancias. Los estados-nación son como los individuos, nacen, crecen, se reproducen y se van a la verga, evolución lógica y ordenada. El mundo podría parecer un lugar más seguro con equipos de fútbol en lugar de ejércitos; en parte esa es la idea.

Sólo tengo la necesidad de hablar de cuatro mundiales, los que son cercanos a mí, y de los que puedo al menos tener recuerdos relativamente tangibles. Estados Unidos 1994, Francia 1998, Corea-Japón 2002 y Alemania 2006; parece poca cosa pero al paso de los mundiales pareciera que la vida transcurre de forma más veloz. Recuerdos infantiles y recuerdos de juventud llenan los días que perdí centrando mi atención en los mundiales, no es que ninguno de ellos fuera esencialmente malo, pero el fútbol en si mismo implica una pérdida de tiempo. Podemos disfrutarlo y admirarlo, pero como aficionados no podemos vivir de él (en el sentido económico) más bien por nosotros se mantiene la lógica.

Para los noventas ya se sabía que la máxima potencia mundial era Estados Unidos, que mejor manera de celebrar su nueva faceta como ordenador del mundo capitalista que celebrando un mundial de fútbol; a final de cuentas para un país con poca afición por el fútbol, el fútbol era lo de menos. Algunas cuantas tragedias, muchas drogas de aquí para allá y el balón rodando en las canchas. Es un momento crucial en el fútbol mexicano, se llega a los octavos de final con grandes esperanzas de calificar, pero en el camino se puso una Bulgaria fuerte y decidida. Hay imágenes que se quedan en la mente para siempre y la de Stoitchkov celebrando de la manera más mamona posible su gol es de las que empiezan a acomplejar a los mexicanos, llenándonos de odio el corazón y del deseo fugaz de ganar el partido sea como sea; eso fue lo que nos jodió y esa fue la historia de los mundiales que estaban por venir. La posterior excusa de “los malditos penales” sólo fue un prólogo de nuestra debilidad sicológica.

En 1998 la gente se preparaba para el fin del mundo, y por ende para el último mundial de la historia; lamentablemente para los profetas del apocalipsis la historia siguió siendo la misma. Un nuevo mundial en un país de primer mundo ávido de hacer ganancias y de vender playeras de Ronaldo con el mítico 9 en el dorsal. La verdad es que para este mundial entramos casi sin esperanzas de pasar a segunda ronda, pues parecía que los dos lugares disponibles estaban reservados para Bélgica y Holanda. Pero casualmente aquí es dónde empieza a surgir la mítica creencia de que México se crece contra equipos grandes, los cardíacos goles del cuau y del matador nos pusieron en la segunda ronda dejando fuera al gemelito de Holanda, y entonces, como era de esperarse todo eran sueños y esperanzas, el deseo de ganar como sea en su máxima expresión. Pero los alemanes tenían otros planes, nos dejaron emocionarnos durante una hora y media de juego, para de repente sacar su muy hablada efectividad.

Para el nuevo siglo ya todos estábamos más tranquilos con el tema del fin del mundo, todos estábamos alegres ante la posibilidad de tener tres mundiales más, pues por ahí las malas lenguas ya empezaban a hablar del 2012. Para este mundial México llegó con uno de sus mejores equipos, y con grandes ilusiones, pero ya con la marca puesta sobre nuestra generación de querer llegar hasta cuartos de final y no poder hacerlo. Esta vez el mundial fue en dos países asiáticos, el nuevo milenio había traído la moda de romper esquemas y viejas ideas; y así fue, porque es un mundial en el que los equipos “chicos” se empiezan a medir al tú por tú con los “grandes”, la globalización al fin había llegado al fútbol. Para México fue una primera fase brillante, ganando dos partidos y empatando uno, aunque ese empate frente a los italianos nos supo a victoria, para ese momento había muchas ilusiones, todos estaban frenéticos, incluso a algunos jugadores se les fue el hocico de manera irresponsable diciendo que iban con todo hasta la final de la copa. Entonces la emoción llegó al clímax cuando el rival de México era Estados Unidos, a gritos de “ora sí pinchis gringos nos los vamos a coger” se fue otro mundial a la chingada, un partido malo, una motivación teñida de arrogancia fue lo que nos partió la madre, el burdo deseo de ganar por simplemente pensar que somos mejores sin demostrarlo. Para un morro baboso de 17 años como yo, esa fue una tragedia peor que la caída del puerto de Veracruz en 1847 a manos de los gringos.

Pasaron cuatro años más, el mundo se volvió un lugar menos seguro para vivir y las guerras fueron en aumento, pero la pelota no podía parar de rodar, y así es como recibimos el mundial de Alemania 2006 el cual podemos recordar aún como si hubiera sido ayer. Para este mundial llegamos dirigidos de la mano de un argentinete mamón que por esa época se creía la gran cosa, y pues en cierta manera lo parecía porque las cosas le salían. No fue una primera fase brillante, pero al menos se había calificado a la segunda ronda, y tocaban los argentinos, no los enfrentamos con miedo pero tampoco con contundencia. El partido fue muy disputado y los goles tempraneros le pusieron un freno a los bríos de los dos equipos, cuando parecía que México dominaba –al menos eso hemos querido pensar, pues el partido estaba de ida y vuelta– un jugador argentino del cual quiero borrar su horrible nombre y rostro de mi mente hizo una de esas genialidades que dejan a los rivales con el hocico abierto y el corazón destrozado.

Ya estamos en 2010 y un nuevo enfrentamiento contra Argentina está en puerta, la selección argentina de este mundial sin duda es mejor que la de hace 4 años, pero eso no significa que no exista la posibilidad de que pierdan, el fútbol mexicano también ha crecido, pero ganar dependerá de la postura mental que asuman los jugadores durante el partido. Desde mi punto de vista pensar en términos de ganar o perder siempre limita el potencial humano, yo pienso que deben salir sin pensar en nada y sobre todo salir sin pensar que tienen la obligación de ganar, históricamente podemos comprobar que el hecho de desear no da efectividad, tienen que salir sin desearlo y entonces se abrirá la posibilidad de que ganen. El que no deseen vehementemente ganar no quiere decir que el objetivo no sea ganar, simplemente deben dejarse llevar por el momento. Entonces los pies y la fortaleza mental tendrán posibilidad de decidir el destino.

Tips para la infelicidad

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Para ser infeliz es necesario seguir una serie muy complicada de pasos y estrategias. La clave para tener éxito y poder ser infeliz, es tener una felicidad momentánea que después la realidad se encarga de borrar. Además así como la felicidad requiere una dosis de buena suerte, la infelicidad requiere un poco de mala suerte, aunque no debemos confiarnos a la mala suerte, pues ser infeliz en su mayoría deviene de nuestra propia acción.

1. Creer en la felicidad es el primer paso para ser infeliz, creer no es lo mismo que tener.

2. Propiciar que la gente piense que eres estúpido para que la infelicidad sea algo más personal.

3. No tener esperanzas en el futuro ni en la humanidad. Es muy importante creerlo en serio, no a modo de guasa.

4. Es necesario saber que todas las personas mienten, y cuando mienten para hacerte feliz o no hacerte infeliz el resultado siempre será la infelicidad.

5. La verdad no es necesaria para ser feliz.

6. Las mentiras no dan felicidad.

7. El mundo está muy lejos de ser comprensible, lo mejor es no tratar de comprenderlo, solamente podemos tratar de exponerlo.

8. Ni la ciencia ni dios nos hacen felices.

9. Creer en un dios o dioses es solamente el pretexto para llenar la soledad cósmica y personal en la que vivimos, la Tierra y los planetas son objetos que giran en sus propias orbitas, los seres humanos somos conciencias que giramos en nuestras propias orbitas.

10. El alcohol es una sustancia paradójica, no da infelicidad ni felicidad por separado, los dos sentimientos están en unión con dicha sustancia. De esta manera surge el sentido práctico del alcohol, es una manera muy placentera de ser infeliz.

11. La evasión no es una manera efectiva de olvidar, pero es una buena manera de no recordar.

12. Sólo el conocimiento hace feliz, tomando en cuenta que el conocimiento no es necesariamente la verdad.

13. Enamorarse es la mejor manera de ser infeliz.

14. Enamorarse y no ser correspondido es doblemente efectivo, podría decirse que es el máximum de la infelicidad.

15. La vida es corta y la felicidad se escapa fácilmente no hay nada más seguro y persistente en la vida que la infelicidad, por eso es mejor vivir con ella.

16. Es importante recordar que no somos únicos en este universo, hemos sido un afortunado accidente y sólo eso es lo que vale la pena recordar.

17. Hay que ver a la evolución humana como una especie de entropía, todo parecía marchar bien hasta que empezamos a convertirnos en una mierda de sociedad.

18. Algún día nadie nos recordará, obviamente eso no hace feliz a nadie, el truco está en olvidar el deseo de trascender, que más que una sublimación es una vanidad.

19. El momento de infelicidad debe ser un momento de profunda reflexión personal, se pueden sacar muchas cosas positivas de lo que creemos negativo.

20. Así como nadie puede ayudarnos a ser felices, tampoco nadie puede hacernos infelices. La infelicidad es un sentimiento muy personal, y lo más seguro es que si lo compartes con alguien más, no le interesará.

21. Tomando como base el tip anterior nada de lo que he escrito puede ayudar, cada individuo es infeliz a su manera.

Sobre los dioses

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A menudo pensamos que nuestras vidas carecen de sentido, lo curioso es que nada tiene sentido sin nosotros, ni la sociedad ni los dioses. La búsqueda más noble es tratar de encontrar la divinidad, para ello los hombres han entablado una lucha contra el tiempo desde hace millones de años, actualmente está casi perdida, porque la mayoría de las personas dudan si esa divinidad puede ser alcanzada.

Pero esa divinidad ya está aquí, qué mensaje más claro de lo divino que una mujer preñada, una mujer en la espera de educar una vida y de ofrecer a alguien más todo el conocimiento adquirido por ella, eso es realmente divino. Somos nuestros propios dioses, creemos en lo que los antepasados han creído, aunque lo neguemos; el ateísmo, por ejemplo, también es una creencia de nuestros antepasados, hoy en día es una religión de la displicencia.

Quetzalcóatl en un acto de valentía descendió a las oscuras tierras del Mictlán para recuperar los huesos de los ancestros, de los primeros seres humanos, y así poder generar de nuevo la vida. Los que vivimos en el quinto sol somos descendientes de esa tradición, es decir, del sacrificio de Quetzalcóatl por los seres humanos. Algo conmovedor sin duda, los seres humanos en este caso no son perdonados por el sacrificio de una divinidad, ¡son creados! Por el sacrificio de ese ente superior.

Rescatar los huesos de los ancestros es traer nueva vida al pasado. Tal vez el mundo, corrompido, por las nuevas tradiciones necesitaba de un héroe que devolviera la consciencia de la muerte de los antepasados, esto para dar una nueva idea al sentido de la existencia. Recordar a los ancestros, es rememorar los momentos creadores de nuestra cultura. Recordar a los ancestros, es saber que aunque la materia desaparezca y se pudra vuelve a renacer con el poder de su legado divino. De las cenizas de un corazón consumido en una hoguera surgió un dios protector de la vida humana, Quetzalcóatl.

La unión de lo humano con lo divino se manifestó a través del big bang, momento en que la materia adquiere forma y transforma sus posibilidades.

El bien y el mal, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, hacen surgir el mundo a partir de una mujer, provocan junto con ella una explosión cósmica; el ser humano agradecido tiene que dedicar su vida a adorarlos. En ellos mismos ha surgido una consciencia representada por esos dos extremos, el ser humano ha asistido así al nacimiento de su consciencia, porque ha reconocido al bien y al mal como factores creadores en el universo y se ha colocado en medio de ellos.

El humano debe temer al mal, no por el daño que le pueda causar, debe temer convertirse él mismo en una herramienta de dicho sentimiento. Por eso existe el bien, se contrapone de manera férrea con el mal, y a veces es imposible distinguir uno de otro cuando la guerra es el único medio de la paz. Los pueblos prehispánicos sabían de la existencia del mal, lo veían como algo necesario para la existencia del universo, pero tenían miedo de permitir que los guiara en sus acciones cotidianas; esa es la gran diferencia con el mundo moderno.

Cantemos a la vida, todos los dioses creados y por crear continuarán en la jornada del ser humano por el universo.

Reflexiones simplonas

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Pongamos como marco la siguiente teoría: En la sociedad existe tanto la justicia como la injusticia hacia el medio ambiente; la justicia y la injusticia luchan en tres esferas (planeta, naciones y regiones) además coexisten de manera marcadamente diferenciada en estos espacios sociales. La definición de justicia e injusticia cambia según la esfera.

Entonces…

En el planeta impera la injusticia, todos los países van en busca del progreso a costa de éste, todos somos depredadores naturales y salimos del equilibrio normal de la cadena alimenticia. Los intentos ecologistas por salvar al planeta son vedados por la ignorancia y el consumo de miles de millones de seres humanos, nos reproducimos muy rápido y nos mantenemos en consumo desmedido mucho tiempo. La justicia no puede coexistir en este contexto (aunque puede ser conceptualizada) ya que choca de frente con nuestros “intereses económicos”.

En las naciones coexisten las dos, pero sólo para los países “desarrollados” es posible la justicia ecológica, ya que ellos sí legislan con respecto a los desechos peligrosos y sobre la manera de amortiguar los impactos ecológicos. En el otro extremo tenemos a los países “sub-desarrollados” los cuales también tienen legislaciones para evitar el daño ecológico, lo cual les vale madres y venden “sus” tierras al mejor postor, qué mejor cliente que los países “desarrollados” para comprar esos lugares donde tiran lo que ellos no quieren (ni pueden, de paso) tener. Para que un país sea “sustentable” y “ecológico” tiene que tirar su mierda en algún otro lado.

A nivel regional vuelve a presentarse la batalla, desde una perspectiva un tanto distinta. Es precisamente en estos espacios donde se puede identificar la acción del hombre, esto se ve en las ciudades, poblaciones pequeñas o zonas deshabitadas en las cuales se genera y mantiene todo lo que contamina al planeta. Los gobiernos han decidido no respetar la herencia de las generaciones futuras, incluyendo la de su estirpe, se dedican a vender el futuro. Para ello muchas veces es necesario pasar sobre especies endémicas tanto de flora como de fauna, las cuales pertenecen a una región específica y a un ecosistema equilibrado, eso se pone en peligro sólo porque a unos cuantos políticos y empresarios, se les ocurrió que lo más sensato es meterse un buen dinero en la bolsa. La justicia en esta esfera la pueden lograr los grupos humanos asentados cerca de la región afectada, si estos grupos se empoderan de consciencia ecológica pueden lograr que el futuro de toda la humanidad sea preservado.

Cómo se podría hacer un movimiento de más de 300,000 personas marchando a favor de la conservación de los recursos naturales.

La lucha contra el tiempo desiste

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La historia es un asunto del que me encanta reflexionar, desde la primaria me llamó la atención dicha materia, de hecho probablemente ese gusto infantil determinó mi inclinación hacia las humanidades. Contrario a lo que mucha gente piensa las ciencias sociales son un fenómeno sumamente complejo. Se piensa que estas son un refugió de gente incapaz e inepta en las matemáticas, en parte es cierto, aunque no puedo negar que también le he tenido un gusto especial a las matemáticas desde la infancia, a pesar de ser malo para ellas.

A veces pienso que es verdad que existe gente predeterminada a tener ciertos tipos de gustos y tendencias, tanto natural como socialmente. La historia es para mí un refugió a mi ignorancia, aunque la historia escrita puede ser otro tipo de ignorancia, porque siempre la escriben los que ganan la posibilidad de escribirla. Pensaba escribir algo como esto hace dos días, pero me pareció que en cuestiones temporales tiene más valor rememorar un acontecimiento después de que ocurrió, es decir, siento que es mejor un recuerdo constante que un día de olvido prediseñado.

El mundo se hunde en la incomprensión hoy, todo el tiempo, igual que hace 41 años o 198 años. Las cosas “buenas y malas” se caracterizan por la violencia. Pareciera que en este mundo sólo la muerte trae las cosas “buenas o malas”. Cuánta sangre ha corrido en pos de un futuro supuestamente mejor, deberían asquearnos todos los mitos construidos por una ideología de la violencia, pero no, “festejar o recordar” es el placebo que trae paz a nuestras conciencias. Todos somos culpables, todos los grupos que conforman la sociedad; las generaciones posteriores a una “revolución o tragedia” pretenden desligarse de los hechos históricos, pero somos los herederos que viven gracias a la sangre derramada tanto por cobardes como por valientes.

El enfrentamiento es con la historia, con todo lo que nos han dicho y hemos creído, con todo lo que nos diremos en el futuro. El encuentro con el futuro es inevitable, la confrontación con sus promesas es nuestro presente. Hasta ahora he descubierto que la mejor manera de afrontar un problema es no haciéndolo. En nuestra sociedad pareciera que lo que no se ve no hace daño, ese es nuestro tremendo error desde hace siglos.

Hace dos noches me perdí en una divagación que me hace dudar del futuro. El tiempo, y todo lo que conlleva dentro de él, en el sentido social moderno pareciera que puede considerarse de la misma forma y con la misma esencia , incluso hemos llegado a pensar que “evoluciona” y todo lo acumulado es en pos del “bien”. En este sentido el tiempo sería así:

Un tiempo que es cuadrado y no tiene esencia, cada etapa de la historia (de la manera que se quiera organizar) representa un cuadrado en el que se avanza inexorablemente por la supuesta inevitabilidad de la esquemática forma del tiempo. Así es como hemos estado acostumbrados a concebir el tiempo. El constante movimiento en el que pensamos estar es un movimiento sin cambio.

También es posible concebir el tiempo como una línea sistemática, pero con una diferencia radical; las diferentes etapas históricas pueden realizar cambios de forma y esencia. No se llega a un estadio superior, en este sentido la historia sería muy diferente a una acumulación. Este movimiento con cambio puede representarse de la siguiente manera:


Otra forma radical de concebir el tiempo, es recordar el pasado involucrando una acción (praxis), tratando de volver, o no volver a él. El pasado puede ser un recuerdo que nos lleva a otra variante del futuro, este tipo de acción pretende lograr algo radical… ¡no olvidar! El recuerdo no propicia una forma deseable del presente a menos que nosotros lo deseemos y lo busquemos. Algo así:

Las flechas azul claro representan el avance del futuro y las azul fuerte la posibilidad del recuerdo del pasado. En este esquema el pasado sólo puede avanzar a otro pasado u a otra forma no existente, nunca hacia un futuro preconcebido. Muchas personas que pretenden no dogmatizar sus pensamientos piensan que el tiempo es una dialéctica total; pero igual tienen que vivir en el esquema creado por el dios Cronos. Se cree que se puede avanzar como si nada del cuadrado al hexágono, o del triángulo al círculo. Y esto no quiere decir que se pase necesariamente del cuadrado al triángulo, de este al hexágono y finalmente el círculo; lo que involucra es que existe una sucesión de hechos ocurridos, eso es la historia, el orden es lo de menos, lo importante es reconocer una línea de sucesos para poder recordar el pasado.

Los esquemas pueden no ser lineales si incluimos vertientes con múltiples esquemas. Lamento tanto no poder comprender lo ocurrido hace 41 años, nuestra lucha contra el tiempo desiste en la modernidad, pero es una batalla que no se debe abandonar.

Y qué con perderse

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No es tan fácil instruirse en el arte de no hacer el ridículo. En muchos momentos de mi vida lo he padecido, y lo he hecho padecer, algo tenía que aprovecharse de tanta mediocridad. Ser perezoso no es algo que me llene por completo, inútil para la sociedad en todo caso. Pero es algo que la letanía en la que decidí educarme me ha hecho aceptar de un modo u otro. En muchos momentos es necesaria la inevitable sensación de ir vagando por la vida, si uno no se siente perdido en algún momento, ¿cómo sabrá cuando llegue al punto deseado?

Siento que por esto me pierdo en divagaciones, y hago de mi vida un eterno tormento, tal vez no sabría qué hacer con la madurez de una persona que se ha ubicado en la vida. La consciencia de la inmadurez en un punto en el que ya no debería existir es algo que en verdad me atormenta. Siempre me ha atraído la idea de que una persona puede reinventarse, después de destruir su universo actual lograr construir uno nuevo, con las mismas variantes y la misma materia pero en esencia distinto. Ese universo que podría llevarme a la madurez aún me está vedado por mis propias actitudes pero sin duda es alcanzable.

Mis errores se hacen cada vez más fuertes y con más consecuencias. Nunca imaginé una vida llena de peligros, temores que destruyen el conocimiento que podría alcanzar de mí. Las personas no pueden conocerse sin antes haber conocido el dolor, ese placebo que muchas veces ofrece una cura momentánea, pero que siempre culmina con la expectación de una decisión muy importante. El dolor es el conocimiento, es la fuente de la felicidad, y yo no he sabido captar sabiduría de esa fuente, siempre he usado mis manos, juntándolas, en la expectativa de captar todo lo posible, pero siempre se me escapa una gran cantidad entre los dedos.

La ignorancia (símil con inmadurez) es uno de mis grandes defectos. Lo peor es que aún así disfruto la vida, tal vez eso me hace disfrutar más la vida. El verdadero conocimiento requiere grandes responsabilidades, y las responsabilidades no son mi fuerte en este momento. A veces es útil saber lo que nos depara la vida, pero no pienso acabar loco por no poder intuir el futuro, no puedo tener en las manos lo que no me pertenece, realmente nada me pertenece.

Necesito un salvavidas, tal vez necesitaría ver todas las variantes que mi pasado construye, es posible que el pasado sea el salvavidas que necesito.

“Para todo mal… mezcal y para todo bien pus también” sabiduría popular

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Existen lugares comunes de los cuales es necesario fomentar la teoría, cosas que ya sabemos y que debemos reforzar. El fenómeno del alcoholismo es una herencia bien documentada por la tradición escrita, sabemos que desde hace siglos al ser humano le encanta ponerse buenas guarapetas. Alcoholismo es una palabra fea de pronunciar, con una clara connotación negativa. La palabra normalmente deriva en una frase más compleja, estado de ebriedad. Y esta última frase es un delito penado, no sólo por las instituciones jurídicas, también lo es por nuestras conciencias.

Lo cierto es que la sociedad siempre ha ofrecido una especie de status positivo a un buen briago (el bien portado, y que aguanta un chingo). Muchos lo consideran la mejor manera de hacer amigos, su factor socializador es evidente, y no lo pondré en duda. El factor negativo es criticado de manera más constante, con más argumentos peyorativos que objetivos, pero no por ello falsos. El estado de embriaguez hace malos ciudadanos, corrompe lo más tierno y puro de nuestras generaciones; en casos extremos incluso les quita la virginidad.

Los recuerdos son un agente patógeno íntimamente relacionado con el consumo de alcohol, son la desdicha que el alcohol hace que el cerebro expulse, ya que es imposible librarnos de todas las cargas sociales que llevamos en nuestro interior. El alcohólico no puede amar, es imposible creerle a un briago que diga estar enamorado; el proceso biológico revela que las personas en estado de ebriedad se encuentran deprimidas, y la depresión nunca ha tenido una comunión especialmente útil con el amor. Tal vez la melancolía se pueda interpretar como una consecuencia del amor, pero en ese caso es muy diferente a la depresión del briago, porque el briago tiene inhibido el sistema nervioso central por lo que no es capaz de amar en su totalidad, es decir, con todas sus capacidades humanas; al contrario el melancólico sobrio está en uso de la mayoría de sus capacidades cognitivas, aunque se usen para pensar estupideces, tal vez por eso sí puede amar.

La música es el recuerdo bastardo en el proceso de alcoholismo. La música nos regresa al pasado, el alcohólico la valora como su mejor compañía, lo único que pudo haber sobrevivido a su estupidez. Siempre hemos tenido la habilidad de recordar las cosas cuando volvemos al lugar en que las pensamos. Exactamente eso hace la música, te regresa a algún lugar en el que ya has estado en tu mente, te regresa a los primeros momentos de tus construcciones mentales, por eso el alcohólico las valora, por eso el alcohólico dirige sus orquestas imaginarias.

En los días de “celebración” como el pasado 15 de septiembre muchas personas no estamos celebrando (ese es sólo el pretexto), en realidad estamos buscando deprimirnos, porque muy en el fondo sabemos que algo no marcha bien con la vida en sociedad. Elegir entre una democracia a medias y entre una dictadura total siempre ha sido cosa fácil, aunque a veces las fronteras entre una y otra se borren de manera clara. La verdad es que pasamos la vida quejándonos de lo horrenda que es la vida, y no analizamos que la vida humana, desde la prehistoria, nunca ha sido un paraíso. El paraíso o la edad de oro pagana, nunca existieron en la realidad; la tradición escrita nos revela que lo único que ha existido por siglos que realmente hace felices a los seres humanos son las bebidas alcohólicas, y el punto paradójico es que nos hace felices por el momento de éxtasis en el que se entra en un principio, pero uno ya no lo es cuando dejamos de ser nosotros mismos para transformarnos en zombis, cuando el sistema nervioso central ya no nos impone limitaciones. Y menos feliz debería ser el alcohólico cuando empieza a reconocer que su alcoholismo sólo sirve como justificación/razón de su sistema social injusto, haya sido el hombre prehistórico o el hombre moderno.

Las nuevas imposiciones, o impuestos

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Con tanto impuesto creo que voy a tener que dejar de fumar en 2010. Con seguridad la mejor manera de combatir el tabaquismo es atacando los bolsillos de las personas; pero en realidad es una estrategia más culera la que usa el gobierno, sabe que los fumadores estaríamos dispuestos a pagar cantidades exorbitantes por una cajetilla. El tabaquismo ha sufrido un repliegue en los últimos años, afortunadamente, pero vemos que en la realidad lo que el gobierno quiere no es combatir de fondo el problema de salud, quiere explotarlo lo más que se pueda, está traficando con nuestros errores.

Por mí que aumenten los impuestos a los cigarros, ni pedo, vuelvo a los faros. Pero que aumenten el precio de las medicinas sí es una total falta de respeto, y de ética, sólo demuestra el interés del gobierno y de las farmacéuticas por rasguñar un poco más en los mercados más productivos. Nunca me ha sorprendido ni he negado la posibilidad de que haya personas muy interesadas en mantener al mundo enfermo, incluso personas con la intención de enfermarlo aún más; siempre he tenido esas teorías de la conspiración en un 50-50, nunca he sido capaz de confiar del todo en los teóricos de la conspiración o en el gobierno.

Afortunadamente no soy un experto en el tema de la economía, porque si lo fuera estaría igual de perdido que el gordito de Carstens. Es cierto que se necesita una reforma de fondo, pero más bien debería ser cultural. La posibilidad de pensar en una economía que no dependa del petróleo es ilusoria, no estamos en capacidades materiales ni ideológicas para competir de manera real en la economía global. Si queremos un cambio debemos modificar esas condiciones, deberíamos convertirnos en verdugos y no en mártires, y las dos cosas son despreciables.

Sólo viviremos una puñetera vez, y eso a veces me pone de mal humor pensarlo. No se puede evitar andar perdido por la vida, pero cuando esa confusión es generada por nuestra falta de capacidades me pongo de peor humor. Lo del secuestro del avión es una prueba más a nuestro intelecto, no creo que sea una distracción, por definición sólo los estúpidos se distraen; y en verdad que yo no considero a ningún ser humano estúpido, bueno la verdad es que sí hay muchos.

Es lógico aumentar los impuestos en productos dañinos para la salud, y que son rentables. Lo que no es lógico es andar en una sociedad que no tiene sentido y que cada vez se va perdiendo más en sus errores, una economía que no funciona y nunca funcionara sólo significa que no pertenecemos a este mundo.

Materia pensante

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El hecho más impresionante de la creación es que el ser humano pueda realizar tantas conexiones cerebrales. Sin duda el cerebro humano es uno de los productos especializados más impresionantes de la naturaleza. Todo lo que en su mayoría está conformado por hidrógeno, sin duda alcanza un punto culminante en el surgimiento del cerebro humano. No es algo menor el grandioso pedazo de materia que cargamos en el cráneo, es hermoso.

Siempre me ha causado impresión el saber que podemos crear todo un mundo con nuestros cerebros, un mundo que no existía, el cual hemos fabricado. Ese mundo es nuestro, creado con los miles de millones de cerebros que han existido en la historia, sólo algunos han logrado sobresalir, es cierto, pero eso no quita el valor de los demás. Si pudiéramos quitarle el valor a las generaciones pasadas estaríamos en graves problemas, simplemente dejaríamos de existir; porque aunque el cerebro es un pedazo de materia maravilloso nada sería sin la evolución constante y retroalimentación de su conocimiento. Desde la primera piedra utilizada como herramienta hasta los satélites el cerebro ha creado todo un mundo. Él es el hecho fáctico por el que existe la sociedad.

El cerebro es el órgano que nos permite convencernos de lo que somos, ya que a través de él sentimos el mundo. Es venerable honrar a nuestro conocimiento, el poco que hemos conseguido alcanzar. Si algo es seguro es que nunca lograremos descifrar del todo el misterio que se oculta en la parte superior de nuestro cuerpo. Es difícil comprender toda la morfología del cerebro, cada parte de él es importante y gracias a su genial composición podemos descubrir el camino que lleva a nuestro interior, qué más se puede pedir.

Estoy convencido de que muchas personas se han dado cuenta de la genialidad que significa ser un Homo Sapiens, no somos una simple taxonomía de la biología, es cierto que somos animales, pero nuestro cerebro nos da la oportunidad de tener esa humildad ante lo inmensa que ha sido la obra de la naturaleza. Tenemos grandes problemas que resolver y el único camino es aceptar que estamos aquí para darle el mejor uso a nuestro cerebro, porque todo nuestro mundo se crea gracias a él.