Sobre los dioses

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A menudo pensamos que nuestras vidas carecen de sentido, lo curioso es que nada tiene sentido sin nosotros, ni la sociedad ni los dioses. La búsqueda más noble es tratar de encontrar la divinidad, para ello los hombres han entablado una lucha contra el tiempo desde hace millones de años, actualmente está casi perdida, porque la mayoría de las personas dudan si esa divinidad puede ser alcanzada.

Pero esa divinidad ya está aquí, qué mensaje más claro de lo divino que una mujer preñada, una mujer en la espera de educar una vida y de ofrecer a alguien más todo el conocimiento adquirido por ella, eso es realmente divino. Somos nuestros propios dioses, creemos en lo que los antepasados han creído, aunque lo neguemos; el ateísmo, por ejemplo, también es una creencia de nuestros antepasados, hoy en día es una religión de la displicencia.

Quetzalcóatl en un acto de valentía descendió a las oscuras tierras del Mictlán para recuperar los huesos de los ancestros, de los primeros seres humanos, y así poder generar de nuevo la vida. Los que vivimos en el quinto sol somos descendientes de esa tradición, es decir, del sacrificio de Quetzalcóatl por los seres humanos. Algo conmovedor sin duda, los seres humanos en este caso no son perdonados por el sacrificio de una divinidad, ¡son creados! Por el sacrificio de ese ente superior.

Rescatar los huesos de los ancestros es traer nueva vida al pasado. Tal vez el mundo, corrompido, por las nuevas tradiciones necesitaba de un héroe que devolviera la consciencia de la muerte de los antepasados, esto para dar una nueva idea al sentido de la existencia. Recordar a los ancestros, es rememorar los momentos creadores de nuestra cultura. Recordar a los ancestros, es saber que aunque la materia desaparezca y se pudra vuelve a renacer con el poder de su legado divino. De las cenizas de un corazón consumido en una hoguera surgió un dios protector de la vida humana, Quetzalcóatl.

La unión de lo humano con lo divino se manifestó a través del big bang, momento en que la materia adquiere forma y transforma sus posibilidades.

El bien y el mal, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, hacen surgir el mundo a partir de una mujer, provocan junto con ella una explosión cósmica; el ser humano agradecido tiene que dedicar su vida a adorarlos. En ellos mismos ha surgido una consciencia representada por esos dos extremos, el ser humano ha asistido así al nacimiento de su consciencia, porque ha reconocido al bien y al mal como factores creadores en el universo y se ha colocado en medio de ellos.

El humano debe temer al mal, no por el daño que le pueda causar, debe temer convertirse él mismo en una herramienta de dicho sentimiento. Por eso existe el bien, se contrapone de manera férrea con el mal, y a veces es imposible distinguir uno de otro cuando la guerra es el único medio de la paz. Los pueblos prehispánicos sabían de la existencia del mal, lo veían como algo necesario para la existencia del universo, pero tenían miedo de permitir que los guiara en sus acciones cotidianas; esa es la gran diferencia con el mundo moderno.

Cantemos a la vida, todos los dioses creados y por crear continuarán en la jornada del ser humano por el universo.

Reflexiones simplonas

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Pongamos como marco la siguiente teoría: En la sociedad existe tanto la justicia como la injusticia hacia el medio ambiente; la justicia y la injusticia luchan en tres esferas (planeta, naciones y regiones) además coexisten de manera marcadamente diferenciada en estos espacios sociales. La definición de justicia e injusticia cambia según la esfera.

Entonces…

En el planeta impera la injusticia, todos los países van en busca del progreso a costa de éste, todos somos depredadores naturales y salimos del equilibrio normal de la cadena alimenticia. Los intentos ecologistas por salvar al planeta son vedados por la ignorancia y el consumo de miles de millones de seres humanos, nos reproducimos muy rápido y nos mantenemos en consumo desmedido mucho tiempo. La justicia no puede coexistir en este contexto (aunque puede ser conceptualizada) ya que choca de frente con nuestros “intereses económicos”.

En las naciones coexisten las dos, pero sólo para los países “desarrollados” es posible la justicia ecológica, ya que ellos sí legislan con respecto a los desechos peligrosos y sobre la manera de amortiguar los impactos ecológicos. En el otro extremo tenemos a los países “sub-desarrollados” los cuales también tienen legislaciones para evitar el daño ecológico, lo cual les vale madres y venden “sus” tierras al mejor postor, qué mejor cliente que los países “desarrollados” para comprar esos lugares donde tiran lo que ellos no quieren (ni pueden, de paso) tener. Para que un país sea “sustentable” y “ecológico” tiene que tirar su mierda en algún otro lado.

A nivel regional vuelve a presentarse la batalla, desde una perspectiva un tanto distinta. Es precisamente en estos espacios donde se puede identificar la acción del hombre, esto se ve en las ciudades, poblaciones pequeñas o zonas deshabitadas en las cuales se genera y mantiene todo lo que contamina al planeta. Los gobiernos han decidido no respetar la herencia de las generaciones futuras, incluyendo la de su estirpe, se dedican a vender el futuro. Para ello muchas veces es necesario pasar sobre especies endémicas tanto de flora como de fauna, las cuales pertenecen a una región específica y a un ecosistema equilibrado, eso se pone en peligro sólo porque a unos cuantos políticos y empresarios, se les ocurrió que lo más sensato es meterse un buen dinero en la bolsa. La justicia en esta esfera la pueden lograr los grupos humanos asentados cerca de la región afectada, si estos grupos se empoderan de consciencia ecológica pueden lograr que el futuro de toda la humanidad sea preservado.

Cómo se podría hacer un movimiento de más de 300,000 personas marchando a favor de la conservación de los recursos naturales.

La lucha contra el tiempo desiste

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La historia es un asunto del que me encanta reflexionar, desde la primaria me llamó la atención dicha materia, de hecho probablemente ese gusto infantil determinó mi inclinación hacia las humanidades. Contrario a lo que mucha gente piensa las ciencias sociales son un fenómeno sumamente complejo. Se piensa que estas son un refugió de gente incapaz e inepta en las matemáticas, en parte es cierto, aunque no puedo negar que también le he tenido un gusto especial a las matemáticas desde la infancia, a pesar de ser malo para ellas.

A veces pienso que es verdad que existe gente predeterminada a tener ciertos tipos de gustos y tendencias, tanto natural como socialmente. La historia es para mí un refugió a mi ignorancia, aunque la historia escrita puede ser otro tipo de ignorancia, porque siempre la escriben los que ganan la posibilidad de escribirla. Pensaba escribir algo como esto hace dos días, pero me pareció que en cuestiones temporales tiene más valor rememorar un acontecimiento después de que ocurrió, es decir, siento que es mejor un recuerdo constante que un día de olvido prediseñado.

El mundo se hunde en la incomprensión hoy, todo el tiempo, igual que hace 41 años o 198 años. Las cosas “buenas y malas” se caracterizan por la violencia. Pareciera que en este mundo sólo la muerte trae las cosas “buenas o malas”. Cuánta sangre ha corrido en pos de un futuro supuestamente mejor, deberían asquearnos todos los mitos construidos por una ideología de la violencia, pero no, “festejar o recordar” es el placebo que trae paz a nuestras conciencias. Todos somos culpables, todos los grupos que conforman la sociedad; las generaciones posteriores a una “revolución o tragedia” pretenden desligarse de los hechos históricos, pero somos los herederos que viven gracias a la sangre derramada tanto por cobardes como por valientes.

El enfrentamiento es con la historia, con todo lo que nos han dicho y hemos creído, con todo lo que nos diremos en el futuro. El encuentro con el futuro es inevitable, la confrontación con sus promesas es nuestro presente. Hasta ahora he descubierto que la mejor manera de afrontar un problema es no haciéndolo. En nuestra sociedad pareciera que lo que no se ve no hace daño, ese es nuestro tremendo error desde hace siglos.

Hace dos noches me perdí en una divagación que me hace dudar del futuro. El tiempo, y todo lo que conlleva dentro de él, en el sentido social moderno pareciera que puede considerarse de la misma forma y con la misma esencia , incluso hemos llegado a pensar que “evoluciona” y todo lo acumulado es en pos del “bien”. En este sentido el tiempo sería así:

Un tiempo que es cuadrado y no tiene esencia, cada etapa de la historia (de la manera que se quiera organizar) representa un cuadrado en el que se avanza inexorablemente por la supuesta inevitabilidad de la esquemática forma del tiempo. Así es como hemos estado acostumbrados a concebir el tiempo. El constante movimiento en el que pensamos estar es un movimiento sin cambio.

También es posible concebir el tiempo como una línea sistemática, pero con una diferencia radical; las diferentes etapas históricas pueden realizar cambios de forma y esencia. No se llega a un estadio superior, en este sentido la historia sería muy diferente a una acumulación. Este movimiento con cambio puede representarse de la siguiente manera:


Otra forma radical de concebir el tiempo, es recordar el pasado involucrando una acción (praxis), tratando de volver, o no volver a él. El pasado puede ser un recuerdo que nos lleva a otra variante del futuro, este tipo de acción pretende lograr algo radical… ¡no olvidar! El recuerdo no propicia una forma deseable del presente a menos que nosotros lo deseemos y lo busquemos. Algo así:

Las flechas azul claro representan el avance del futuro y las azul fuerte la posibilidad del recuerdo del pasado. En este esquema el pasado sólo puede avanzar a otro pasado u a otra forma no existente, nunca hacia un futuro preconcebido. Muchas personas que pretenden no dogmatizar sus pensamientos piensan que el tiempo es una dialéctica total; pero igual tienen que vivir en el esquema creado por el dios Cronos. Se cree que se puede avanzar como si nada del cuadrado al hexágono, o del triángulo al círculo. Y esto no quiere decir que se pase necesariamente del cuadrado al triángulo, de este al hexágono y finalmente el círculo; lo que involucra es que existe una sucesión de hechos ocurridos, eso es la historia, el orden es lo de menos, lo importante es reconocer una línea de sucesos para poder recordar el pasado.

Los esquemas pueden no ser lineales si incluimos vertientes con múltiples esquemas. Lamento tanto no poder comprender lo ocurrido hace 41 años, nuestra lucha contra el tiempo desiste en la modernidad, pero es una batalla que no se debe abandonar.

Y qué con perderse

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No es tan fácil instruirse en el arte de no hacer el ridículo. En muchos momentos de mi vida lo he padecido, y lo he hecho padecer, algo tenía que aprovecharse de tanta mediocridad. Ser perezoso no es algo que me llene por completo, inútil para la sociedad en todo caso. Pero es algo que la letanía en la que decidí educarme me ha hecho aceptar de un modo u otro. En muchos momentos es necesaria la inevitable sensación de ir vagando por la vida, si uno no se siente perdido en algún momento, ¿cómo sabrá cuando llegue al punto deseado?

Siento que por esto me pierdo en divagaciones, y hago de mi vida un eterno tormento, tal vez no sabría qué hacer con la madurez de una persona que se ha ubicado en la vida. La consciencia de la inmadurez en un punto en el que ya no debería existir es algo que en verdad me atormenta. Siempre me ha atraído la idea de que una persona puede reinventarse, después de destruir su universo actual lograr construir uno nuevo, con las mismas variantes y la misma materia pero en esencia distinto. Ese universo que podría llevarme a la madurez aún me está vedado por mis propias actitudes pero sin duda es alcanzable.

Mis errores se hacen cada vez más fuertes y con más consecuencias. Nunca imaginé una vida llena de peligros, temores que destruyen el conocimiento que podría alcanzar de mí. Las personas no pueden conocerse sin antes haber conocido el dolor, ese placebo que muchas veces ofrece una cura momentánea, pero que siempre culmina con la expectación de una decisión muy importante. El dolor es el conocimiento, es la fuente de la felicidad, y yo no he sabido captar sabiduría de esa fuente, siempre he usado mis manos, juntándolas, en la expectativa de captar todo lo posible, pero siempre se me escapa una gran cantidad entre los dedos.

La ignorancia (símil con inmadurez) es uno de mis grandes defectos. Lo peor es que aún así disfruto la vida, tal vez eso me hace disfrutar más la vida. El verdadero conocimiento requiere grandes responsabilidades, y las responsabilidades no son mi fuerte en este momento. A veces es útil saber lo que nos depara la vida, pero no pienso acabar loco por no poder intuir el futuro, no puedo tener en las manos lo que no me pertenece, realmente nada me pertenece.

Necesito un salvavidas, tal vez necesitaría ver todas las variantes que mi pasado construye, es posible que el pasado sea el salvavidas que necesito.

“Para todo mal… mezcal y para todo bien pus también” sabiduría popular

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Existen lugares comunes de los cuales es necesario fomentar la teoría, cosas que ya sabemos y que debemos reforzar. El fenómeno del alcoholismo es una herencia bien documentada por la tradición escrita, sabemos que desde hace siglos al ser humano le encanta ponerse buenas guarapetas. Alcoholismo es una palabra fea de pronunciar, con una clara connotación negativa. La palabra normalmente deriva en una frase más compleja, estado de ebriedad. Y esta última frase es un delito penado, no sólo por las instituciones jurídicas, también lo es por nuestras conciencias.

Lo cierto es que la sociedad siempre ha ofrecido una especie de status positivo a un buen briago (el bien portado, y que aguanta un chingo). Muchos lo consideran la mejor manera de hacer amigos, su factor socializador es evidente, y no lo pondré en duda. El factor negativo es criticado de manera más constante, con más argumentos peyorativos que objetivos, pero no por ello falsos. El estado de embriaguez hace malos ciudadanos, corrompe lo más tierno y puro de nuestras generaciones; en casos extremos incluso les quita la virginidad.

Los recuerdos son un agente patógeno íntimamente relacionado con el consumo de alcohol, son la desdicha que el alcohol hace que el cerebro expulse, ya que es imposible librarnos de todas las cargas sociales que llevamos en nuestro interior. El alcohólico no puede amar, es imposible creerle a un briago que diga estar enamorado; el proceso biológico revela que las personas en estado de ebriedad se encuentran deprimidas, y la depresión nunca ha tenido una comunión especialmente útil con el amor. Tal vez la melancolía se pueda interpretar como una consecuencia del amor, pero en ese caso es muy diferente a la depresión del briago, porque el briago tiene inhibido el sistema nervioso central por lo que no es capaz de amar en su totalidad, es decir, con todas sus capacidades humanas; al contrario el melancólico sobrio está en uso de la mayoría de sus capacidades cognitivas, aunque se usen para pensar estupideces, tal vez por eso sí puede amar.

La música es el recuerdo bastardo en el proceso de alcoholismo. La música nos regresa al pasado, el alcohólico la valora como su mejor compañía, lo único que pudo haber sobrevivido a su estupidez. Siempre hemos tenido la habilidad de recordar las cosas cuando volvemos al lugar en que las pensamos. Exactamente eso hace la música, te regresa a algún lugar en el que ya has estado en tu mente, te regresa a los primeros momentos de tus construcciones mentales, por eso el alcohólico las valora, por eso el alcohólico dirige sus orquestas imaginarias.

En los días de “celebración” como el pasado 15 de septiembre muchas personas no estamos celebrando (ese es sólo el pretexto), en realidad estamos buscando deprimirnos, porque muy en el fondo sabemos que algo no marcha bien con la vida en sociedad. Elegir entre una democracia a medias y entre una dictadura total siempre ha sido cosa fácil, aunque a veces las fronteras entre una y otra se borren de manera clara. La verdad es que pasamos la vida quejándonos de lo horrenda que es la vida, y no analizamos que la vida humana, desde la prehistoria, nunca ha sido un paraíso. El paraíso o la edad de oro pagana, nunca existieron en la realidad; la tradición escrita nos revela que lo único que ha existido por siglos que realmente hace felices a los seres humanos son las bebidas alcohólicas, y el punto paradójico es que nos hace felices por el momento de éxtasis en el que se entra en un principio, pero uno ya no lo es cuando dejamos de ser nosotros mismos para transformarnos en zombis, cuando el sistema nervioso central ya no nos impone limitaciones. Y menos feliz debería ser el alcohólico cuando empieza a reconocer que su alcoholismo sólo sirve como justificación/razón de su sistema social injusto, haya sido el hombre prehistórico o el hombre moderno.

Las nuevas imposiciones, o impuestos

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Con tanto impuesto creo que voy a tener que dejar de fumar en 2010. Con seguridad la mejor manera de combatir el tabaquismo es atacando los bolsillos de las personas; pero en realidad es una estrategia más culera la que usa el gobierno, sabe que los fumadores estaríamos dispuestos a pagar cantidades exorbitantes por una cajetilla. El tabaquismo ha sufrido un repliegue en los últimos años, afortunadamente, pero vemos que en la realidad lo que el gobierno quiere no es combatir de fondo el problema de salud, quiere explotarlo lo más que se pueda, está traficando con nuestros errores.

Por mí que aumenten los impuestos a los cigarros, ni pedo, vuelvo a los faros. Pero que aumenten el precio de las medicinas sí es una total falta de respeto, y de ética, sólo demuestra el interés del gobierno y de las farmacéuticas por rasguñar un poco más en los mercados más productivos. Nunca me ha sorprendido ni he negado la posibilidad de que haya personas muy interesadas en mantener al mundo enfermo, incluso personas con la intención de enfermarlo aún más; siempre he tenido esas teorías de la conspiración en un 50-50, nunca he sido capaz de confiar del todo en los teóricos de la conspiración o en el gobierno.

Afortunadamente no soy un experto en el tema de la economía, porque si lo fuera estaría igual de perdido que el gordito de Carstens. Es cierto que se necesita una reforma de fondo, pero más bien debería ser cultural. La posibilidad de pensar en una economía que no dependa del petróleo es ilusoria, no estamos en capacidades materiales ni ideológicas para competir de manera real en la economía global. Si queremos un cambio debemos modificar esas condiciones, deberíamos convertirnos en verdugos y no en mártires, y las dos cosas son despreciables.

Sólo viviremos una puñetera vez, y eso a veces me pone de mal humor pensarlo. No se puede evitar andar perdido por la vida, pero cuando esa confusión es generada por nuestra falta de capacidades me pongo de peor humor. Lo del secuestro del avión es una prueba más a nuestro intelecto, no creo que sea una distracción, por definición sólo los estúpidos se distraen; y en verdad que yo no considero a ningún ser humano estúpido, bueno la verdad es que sí hay muchos.

Es lógico aumentar los impuestos en productos dañinos para la salud, y que son rentables. Lo que no es lógico es andar en una sociedad que no tiene sentido y que cada vez se va perdiendo más en sus errores, una economía que no funciona y nunca funcionara sólo significa que no pertenecemos a este mundo.

Materia pensante

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El hecho más impresionante de la creación es que el ser humano pueda realizar tantas conexiones cerebrales. Sin duda el cerebro humano es uno de los productos especializados más impresionantes de la naturaleza. Todo lo que en su mayoría está conformado por hidrógeno, sin duda alcanza un punto culminante en el surgimiento del cerebro humano. No es algo menor el grandioso pedazo de materia que cargamos en el cráneo, es hermoso.

Siempre me ha causado impresión el saber que podemos crear todo un mundo con nuestros cerebros, un mundo que no existía, el cual hemos fabricado. Ese mundo es nuestro, creado con los miles de millones de cerebros que han existido en la historia, sólo algunos han logrado sobresalir, es cierto, pero eso no quita el valor de los demás. Si pudiéramos quitarle el valor a las generaciones pasadas estaríamos en graves problemas, simplemente dejaríamos de existir; porque aunque el cerebro es un pedazo de materia maravilloso nada sería sin la evolución constante y retroalimentación de su conocimiento. Desde la primera piedra utilizada como herramienta hasta los satélites el cerebro ha creado todo un mundo. Él es el hecho fáctico por el que existe la sociedad.

El cerebro es el órgano que nos permite convencernos de lo que somos, ya que a través de él sentimos el mundo. Es venerable honrar a nuestro conocimiento, el poco que hemos conseguido alcanzar. Si algo es seguro es que nunca lograremos descifrar del todo el misterio que se oculta en la parte superior de nuestro cuerpo. Es difícil comprender toda la morfología del cerebro, cada parte de él es importante y gracias a su genial composición podemos descubrir el camino que lleva a nuestro interior, qué más se puede pedir.

Estoy convencido de que muchas personas se han dado cuenta de la genialidad que significa ser un Homo Sapiens, no somos una simple taxonomía de la biología, es cierto que somos animales, pero nuestro cerebro nos da la oportunidad de tener esa humildad ante lo inmensa que ha sido la obra de la naturaleza. Tenemos grandes problemas que resolver y el único camino es aceptar que estamos aquí para darle el mejor uso a nuestro cerebro, porque todo nuestro mundo se crea gracias a él.

Cosas que no puedo comprender

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Constantemente se ha dicho que el “universo desea tomar consciencia de sí mismo” y por esa razón existimos los seres humanos, es nuestra misión darle consciencia al universo. Yo no me tomó a broma esa clase de aseveraciones. Tal vez parezca ridículo, pero pensar e imaginar es de las cosas que más disfruto, hacer esas cosas por el simple placer de hacerlas ya le da vida al universo. En el momento que yo me he identificado con el universo, ya no soy un patético ciudadano, ya no soy eso que odio ser, simple materia inconsciente.

Ahora me dirijo a un puerto en el que no hay barcos, hay estrellas. Ellas me llevan a explosiones que sucedieron millones de años atrás, y que sólo ahora puedo ver, porque sólo ahora han desembarcado en este puerto. Es obvio que tengo miedo a morir, pero me causa más temor la posibilidad de que el universo sólo haya existido una vez, y por lo tanto sólo lo haga una vez… es decir, no tengo tanto miedo a mi muerte corporal, como a la muerte eterna de la materia.

Y ahora miro ese puerto en el que siempre quiero estar, siempre quiero permanecer en él, mirar sus estrellas y viajar a esos lugares donde domina el Caos. Sería emocionante ver al sol apagarse, o admirar una colisión entre la Vía Láctea y Andrómeda, maravillas del universo que mitigarían sufrimientos personales. Quisiera trascender al pensamiento simple, a las emociones vanas, para admirar y tener conocimiento de lo que realmente tiene importancia; conocerla a ella y a él, la Tierra y el Universo.

Pero estoy en este puerto sin poder comprender la vida ni su dirección. La sencilla razón de mi existencia es trascender a un estado especial de la materia, saber lo sucedido ahora y hace millones de años en nuestra ridícula existencia. Las únicas respuestas a las preguntas que me he formulado están en las demás personas, aquellas a las que no puedo ni ver a los ojos porque las siento tan lejos de mí. Personas separadas en sus propios mundos, todos buscan respuestas pero difícilmente las ofrecen.

Seguiré aquí esperando un barco, posiblemente alguno traerá la respuesta a mis preguntas.

En un lugar desconocido

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No tengo nada que decir a su favor. Siempre supe que no sería elegido para entrar en este lugar. No me arrepiento ni siento ningún remordimiento, por el simple hecho de ser un humano más; uno de tantos personajes que van y vienen, los cuales difícilmente tienen una trascendencia en un planeta con miles de millones de posibilidades. Hace algún tiempo habría sido impensable decir que somos un accidente en el maravilloso universo, ahora nos hemos concentrado en adquirir la consciencia de que somos casi nada.

Me importa poco lo que sucedió en el Renacimiento, y a usted, en todo caso, debería molestarle. Centrarse en el ser humano podría parecer una causa noble a primera vista, pero dónde queda lo demás; nunca valoramos el hecho de que la naturaleza y su desarrollo es lo que realmente ha importado a lo largo de millones de años. Debó decir que en ese sentido hizo un muy buen trabajo, al dejar libre albedrío a la materia, no debió ser tarea fácil; sobre todo para su ego. Está bien, acepto que algunas “coincidencias” no se dan de manera tan fortuita, sería un error pensar que todo fue creado para vivir en la más completa libertad.

Qué más da si nos hemos olvidado de usted, no creo que le afecte tanto, le afectará a los que lleguen aquí y no creían, o a los que decían “chance y sí, chance y no”; “ver es creer” en el mundo moderno. Teniendo la mitad de “fe” y la mitad de “razón” se pretende estar siempre en lo correcto, vana ilusión. Sé que todo esto le ha afectado, que ha perdido credibilidad, pero tiene en mí la más sincera comprensión.

Debo añadir que este lugar tiene bonita decoración, demasiado diáfano para mi gusto, pero no podría ser de otra manera ya que siempre lo he imaginado así. La luz, símbolo de la sabiduría, tiene que entrar de manera constante para eliminar la posibilidad de chocar contra uno de esos supuestos monstruos que habitan en la oscuridad. Entonces sí, me parece buena la elección de colores, bonito lugar.

Entiendo señora, sé que es tarde y que además no es tiempo de hablar de estas cosas; tengo que despertar.

¿Quiénes eran?

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Hace poco comenzaba a finalizar la temporada en que la sociedad dejaría de pensar que llegaría el fin. Las manchas solares volverían a la normalidad pronto, y las personas desearían regresar a sus hábitos de siempre. Pero quedaban algunos cuantos, más emocionados que atemorizados, que deseaban ver el final. Entre ellos se sentían muy orgullosos de ver el día en el que se demostraría que el haber honrado a sus antepasados había servido de algo, era lo único que quedaría en sus memorias, porque a final de cuentas todo lo material se iría a formar parte de una nueva explosión cósmica.

Pero la temporada regresó. Los seres humanos vieron que nada sucedió cuando creían que sucedería, entonces se dedicaron de nuevo a adorar su propio ego. Como siempre lo habían hecho. No había castigo divino, ni divinidad alguna que los asustará; sólo pensaban que cuando sucediera, era porque tenía que suceder. Absurda lección con toda la lógica que caracteriza al ser humano.

Los cambios llegaban poco a poco, el mundo se despedazaba de esa manera. Nadie creía notarlo, nadie quería notarlo. Gea lo notó, pero qué podía hacer con esos pequeños parásitos llamados humanos, tan ocupados en discutir sobre filosofía y diseñar nuevas maneras de dominar a los dioses que no podían comprender y que por cierto también dudaban que existieran. Entonces ante la duda, no había problema con negar su existencia, ya que si aceptaban su existencia no ganaban nada terrenal, al menos ante sus materialistas ojos; y por otro lado si la negaban se hacían artífices de sus propios destinos, supuestamente, pero en realidad lo único que hacían era dar el poder de dioses a otros seres humanos.

En qué época vivían; porqué la filosofía se había vuelto oficio de simples ociosos; porqué la ciencia creía tener respuestas para todo. En qué ilusión vivían los seres humanos. Ni ellos mismos lo pudieron explicar nunca, porque en la mentira de su superioridad se sabían muy inferiores al infinito universo, al que pocos le encontraban una conexión simbiótica con la tierra.