A veces pienso que es verdad que existe gente predeterminada a tener ciertos tipos de gustos y tendencias, tanto natural como socialmente. La historia es para mí un refugió a mi ignorancia, aunque la historia escrita puede ser otro tipo de ignorancia, porque siempre la escriben los que ganan la posibilidad de escribirla. Pensaba escribir algo como esto hace dos días, pero me pareció que en cuestiones temporales tiene más valor rememorar un acontecimiento después de que ocurrió, es decir, siento que es mejor un recuerdo constante que un día de olvido prediseñado.
El mundo se hunde en la incomprensión hoy, todo el tiempo, igual que hace 41 años o 198 años. Las cosas “buenas y malas” se caracterizan por la violencia. Pareciera que en este mundo sólo la muerte trae las cosas “buenas o malas”. Cuánta sangre ha corrido en pos de un futuro supuestamente mejor, deberían asquearnos todos los mitos construidos por una ideología de la violencia, pero no, “festejar o recordar” es el placebo que trae paz a nuestras conciencias. Todos somos culpables, todos los grupos que conforman la sociedad; las generaciones posteriores a una “revolución o tragedia” pretenden desligarse de los hechos históricos, pero somos los herederos que viven gracias a la sangre derramada tanto por cobardes como por valientes.
El enfrentamiento es con la historia, con todo lo que nos han dicho y hemos creído, con todo lo que nos diremos en el futuro. El encuentro con el futuro es inevitable, la confrontación con sus promesas es nuestro presente. Hasta ahora he descubierto que la mejor manera de afrontar un problema es no haciéndolo. En nuestra sociedad pareciera que lo que no se ve no hace daño, ese es nuestro tremendo error desde hace siglos.
Hace dos noches me perdí en una divagación que me hace dudar del futuro. El tiempo, y todo lo que conlleva dentro de él, en el sentido social moderno pareciera que puede considerarse de la misma forma y con la misma esencia , incluso hemos llegado a pensar que “evoluciona” y todo lo acumulado es en pos del “bien”. En este sentido el tiempo sería así:
Un tiempo que es cuadrado y no tiene esencia, cada etapa de la historia (de la manera que se quiera organizar) representa un cuadrado en el que se avanza inexorablemente por la supuesta inevitabilidad de la esquemática forma del tiempo. Así es como hemos estado acostumbrados a concebir el tiempo. El constante movimiento en el que pensamos estar es un movimiento sin cambio.
También es posible concebir el tiempo como una línea sistemática, pero con una diferencia radical; las diferentes etapas históricas pueden realizar cambios de forma y esencia. No se llega a un estadio superior, en este sentido la historia sería muy diferente a una acumulación. Este movimiento con cambio puede representarse de la siguiente manera:
Otra forma radical de concebir el tiempo, es recordar el pasado involucrando una acción (praxis), tratando de volver, o no volver a él. El pasado puede ser un recuerdo que nos lleva a otra variante del futuro, este tipo de acción pretende lograr algo radical… ¡no olvidar! El recuerdo no propicia una forma deseable del presente a menos que nosotros lo deseemos y lo busquemos. Algo así:
Las flechas azul claro representan el avance del futuro y las azul fuerte la posibilidad del recuerdo del pasado. En este esquema el pasado sólo puede avanzar a otro pasado u a otra forma no existente, nunca hacia un futuro preconcebido. Muchas personas que pretenden no dogmatizar sus pensamientos piensan que el tiempo es una dialéctica total; pero igual tienen que vivir en el esquema creado por el dios Cronos. Se cree que se puede avanzar como si nada del cuadrado al hexágono, o del triángulo al círculo. Y esto no quiere decir que se pase necesariamente del cuadrado al triángulo, de este al hexágono y finalmente el círculo; lo que involucra es que existe una sucesión de hechos ocurridos, eso es la historia, el orden es lo de menos, lo importante es reconocer una línea de sucesos para poder recordar el pasado.
Los esquemas pueden no ser lineales si incluimos vertientes con múltiples esquemas. Lamento tanto no poder comprender lo ocurrido hace 41 años, nuestra lucha contra el tiempo desiste en la modernidad, pero es una batalla que no se debe abandonar.
Un pinche mensajito, un correo, nada?
Anónimo
9 de octubre de 2009, 11:55